Cañón y Riberas del Sil
El Cañón del Sil es, sin duda, uno de los elementos más importantes de Ribeira Sacra. Esta profunda garganta de roca, agua y sinuosas curvas no deja indiferente a quien la contempla. Sus verticales pendientes trabajadas desde antiguo, siguen siendo hoy en día el sustento de muchos habitantes de la zona, que sobre ellas producen una uva de excelente calidad. Este paraje es también refugio de múltiples especies animales y vegetales, que encuentran entre estas paredes y en sus aguas las condiciones que precisan para su existencia.
Entre las provincias de Lugo y Ourense, a poco más de doscientos metros de altura, se encuentra el tramo final del río Sil. A sus laterales, y a lo largo de más de treinta y cinco kilómetros se levantan dos paredes que en algunas zonas se elevan hasta casi quinientos metros en vertical sobre sus aguas. Estas laderas guían al río a través de amplias curvas y meandros, que forman algunos de los rincones más mágicos de toda Galicia.
Si bien después de estas líneas el lugar pueda parecer inhóspito e inexplotado, la realidad es muy distinta. Esta zona ha sido trabajada desde antes de la llegada de los romanos, si bien es cierto que fueron ellos los que comenzaron a desempeñar la ardua labor de trabajar las vides en las laderas del Cañón. Cientos de años después fueron monjes eremitas los que, buscando lugares tranquilos y apartados que invitasen al rezo, se asentaron en estas laderas. Esto llevó más adelante a la fundación de grandes monasterios y también al cultivo de la vid, produciendo vinos de excelentes cualidades. El vino ha sido siempre el principal motor económico de la zona, pero ¿por qué cultivar viñedos en una zona tan escarpada y de difícil acceso? La respuesta la tienen las especiales características de estas laderas, como su gran inclinación, su orientación o el microclima de la zona que forman un lugar idóneo para la producción de un gran vino.
Pero no solo las personas han dado cuenta de las maravillas de este Cañón, sino que también la fauna y la flora ha sabido aprovechar este entorno para su provecho. Robles y castaños encuentran en las zonas más frescas y agrestes de estos valles un lugar idóneo para medrar entre grandes rocas de granito, mientras que especies como los alcornoques o los madroños crecen en zonas más tranquilas y resguardadas. Esta mezcla entre especies atlánticas y mediterráneas en un mismo territorio es una muestra del característico microclima que se forma en este valle. Por otra parte también hay citas de animales como grandes rapaces, exquisitas en la elección de sus hábitats.
Además, esta orografía abrupta también se ha aprovechado para la producción de energía hidráulica, existiendo a lo largo del Cañón varios embalses que hacen que el agua del Sil descienda tranquila y sea transitable por embarcaciones. De hecho, una de las mejores maneras de conocer el Cañón del Sil es, sin duda, a bordo de alguno de los catamaranes que recorren sus aguas.
¡No te lo pierdas!
Para una completa visita os recomendamos visitar el mirador de Los Balcones de Madrid, donde podréis disfrutar de una fantástica vista panorámica de una parte del Cañón. También es posible navegar por las aguas del Sil en alguno de los catamaranes que lo recorren, sin duda ofrecen una perspectiva única. Además podréis probar alguno de los vinos que aquí se producen. Hay muchas bodegas que ofertan degustaciones y visitas guiadas por sus instalaciones. Por último os animamos a descubrir alguno de los monasterios que se esconden misteriosos entre la vegetación, como por ejemplo el de Santa Cristina.
Mucho que hacer
¿Qué podemos hacer en el Cañón del Sil? La variedad de opciones es muy amplia, así que vamos a intentar ponéroslo más fácil. Si queréis conocer en profundidad la historia y naturaleza del entorno os recomendamos realizar alguna de las rutas de senderismo que os proponemos, visitar una o varias de las bodegas donde os explicarán todo acerca del vino de la zona, admirar la belleza de los monasterios que aquí se encuentran y por último tener otra perspectiva del Cañón a través de un viaje en catamarán