La Corona de Fuego

Al retornar el Conde de una encomienda del rey se entera en secreto de la aventura amorosa. Planea su venganza y decide organizar una fabulosa comida invitando como comensal de honor al abad. Mientras se sirven los postres, el Conde da orden a sus vasallos de que traigan el premio principal, una mitra de hierro candente con la que corona al abad, ocasionándole una espantosa muerte.

Es una de las leyendas que ha sido mas veces transcrita en la literatura gallega. Desde el Padre Sarmiento en Historia y Tradiciones de Galicia, José Pastor de la Roca en su obra La corona de fuego o los subterráneos de Altamira, Antonio San Martín en Horrores del feudalismo: la torre de los vampiros,Benito Vicetto en La corona de Fuego y en Los Hidalgos de Monforte, Galo Salinas en Lenda de horrore!. A mitra de ferro ardente, y la mas conocida de Amor Meilán en La Corona de Fuego y el Secreto de una Tumba.

Todas tienen en común anacronismos y deformaciones producidas a través de los siglos en la tradición oral. Mezclan personajes históricos de diferentes épocas como al VII y VIII Conde de Lemos o al abad Diego García y fray Andrés Pardo, también abades de San Vicente, pasadizos secretos entre la fortaleza y el río Cabe o entre el Palacio Condal y el Monasterio.

Los estudiosos del tema descartaron visos de realidad en la leyenda. Sin embargo, recientes estudios de la documentación original realizados por el historiador local Felipe Aira, demuestran que sí existió un pasadizo entre el palacio y el convento.

La leyenda tiene mucho arraigo en Monforte de Lemos aún a día de hoy, tanto es así que los dos abades eran tenidos por santos y venerados en la ciudad. A los restos de fray Andrés Pardo se le atribuía la curación de males de oído, fama que se fundió con la tradición de San Blas y los males de garganta. Con el paso de los siglos, el abad fue cayendo en el olvido y prevaleció la tradición de las cintas de San Blas.