Iglesia de San Pedro de Bembibre

Está compuesta por una sola nave y ábside con tramo recto y cabecera semicircular, cubiertos con bóveda de cañón y cuarto de esfera. Una inscripción en la puerta sur nos muestra la fecha de Era de 1229, año 1191. Su maestro se acerca al hacer del también maestro de Novelúa Monterroso, pudiendo estar ante el célebre Maestro Martín.

Como la mayoría de las iglesias de la zona posee una sacristía adosada del s.XVII. En el interior el arco triunfal ligeramente apuntado, pero el conjunto muestra una sobria armonía, compensado por el énfasis decorativo de sus puertas. Un curioso púlpito inmerso en el muro norte nos recuerda los refectorios franciscanos. Conserva así mismo el banco pétreo original.

En capiteles y cimacios dominan las formas geométricas, con rombos encadenados.

En el exterior la puerta principal es rica y variada en la decoración de sus arquivoltas, con tres pares de columnas, las centrales con un curioso zigzag en sus fustes, y los capiteles se alternan con decoración vegetal e historiada. Arco abocinado de medio punto con tres arquivoltas y otra exterior como ya mencionamos zigzagueada y diente de sierra. Las basas áticas también se decoran. Los capiteles historiados nos aleccionan, nos ilustran, nos educan… estamos ante un edificio románico ¿Qué esperábamos…?

Siguiendo la interpretación de D. Jaime Delgado estudioso del románico y oriundo de Taboada, como en estas tierras íbamos elegir otra, sirva como pequeño y humilde homenaje agradecido por su obra. Nos remite al Salmo 91 “Caminarás sobre el áspid y el basilisco, pisarás al león y al dragón…”

La puerta sur tiene doble arquivolta de medio punto, y decoración en el menor con motivos vegetales. Los capiteles tienen  decoración vegetal e historiada. Dos grifos afrontados, en uno con las cabezas levantadas y en el otro un león y un basilisco. Un epígrafe mutilado nos ofrece la fecha de construcción de la iglesia, aunque puede que se haya perdido la referencia al autor. Según Vázquez Saco se trataría de 1191.

Fragmentos de pinturas nos permiten intentar recomponer el conjunto que sin duda durante siglos contemplaron y leyeron los fieles durante el culto. Se adivina en el muro norte una representación de San Cristóbal. Como gigante cananeo, intentando servir al soberano más famoso del mundo, se pone al servicio de Satanás, dándose cuenta a tiempo y huyendo de él para servir a Cristo. Se dedica a ayudar a los viajeros a cruzar un río. Un día al cruzar a un niño este se va haciendo cada vez más pesado, pero llegan a la orilla apoyado Cristóbal en un bastón. Ante lo cual el niño se revela como Cristo. La abundancia de detalles en la representación como peces, barcos… nos muestran ya una versión tardía de la historia.

Otras escenas nos dejan entrever hábitos franciscanos en algunas figuras.

En el exterior podremos apreciar un modesto pero sin duda magnifico cruceiro.

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